Reflexión bloque 2
En este
segundo bloque trabajamos los cuentos, los cuentos folklóricos. Aquellas
historias que nos dormían por las noches. Que nuestros padres nos contaban
cuando éramos pequeños, y que a ellos, sus padres también les contaban. Estos
cuentos se llevan transmitiendo de generación en generación mucho tiempo, pero
nunca pasan de moda.
Cuando
empezamos con este tema, y ahora que hemos terminado los cinco bloques que
engloban esta asignatura, tengo que decir que con este bloque, es con el que
más he disfrutado. Me gustó muchísimo recordar todos esos cuentos que formaron
parte de mi infancia. Pero sobre todo, conocer alguno nuevo y sus sorprendentes
adaptaciones.
Es importante descubrir
quienes escribieron los cuentos
folklóricos, conocer sus características y saber a quién iban dirigidas esas
historias, que tanto nos han divertido. Es por ello, que me resultó muy curioso
saber el trasfondo real que tenían los cuentos típicos como Caperucita
Roja, Blancanieves, Pulgarcito, La
Cenicienta… conociendo que estos textos no son infantiles, no fueron escritos
pensando en niños. Las versiones que creíamos eran originales, son adaptaciones
que se hicieron, en general, para entretener a las familias.
Los textos folklóricos
nacen entre el pueblo, es decir, son populares. Antiguamente, dentro de la
sociedad existían dos clases de literatura, la literatura popular (se desconocía
y no interesaba, era algo del pueblo) y la literatura culta (dada por aquellos
que sabían leer y escribir). Al transmitirse oralmente a lo largo de los
siglos, se conocen aquellos textos dirigidos a los más pequeños, formando parte
de la literatura vertical, o por lo contrario, de la horizontal. Estos textos
han tenido multitud de variantes en ocasiones intencionales y no originales, sino
desconocidas. Además, destacan por no ser didácticas, ni moralizantes. Sin embargo,
reflejan la sociedad de la época que se está narrando y los sueños y deseos del
pueblo.
He aprendido
que los textos literarios folklóricos no tienen autor, el autor es el tiempo y
el pueblo. Es verdad que sus orígenes son muy diversos, en algunos casos reales,
como la sorprendente historia de Caperucita Roja. La versión que nos contó Irune,
a muchos nos dejó alucinados. Pensar que de una “tragedia” como se cree que
sucedió, se acabe escuchando un cuento para dormir a los niños… fue muy surrealista,
es por eso que en la mayoría de las ocasiones los textos folklóricos surgen de
las habladurías del pueblo.
Asimismo, me
resultó muy curioso y bien argumentado ver que los cuentos folklóricos no son
machistas como en se comenta a veces. Cierto es que la mujer de hoy en día
puede hacer lo que se proponga por sí misma, pero hay que estudiar la historia
antigua, para decir si un texto es machista o no. Recuerdo la versión que
nuestra profesora nos contó, acerca de la Cenicienta. Esta historia, muchas
veces la exaltan, catalogada como desvalorización a la mujer de antes, sin embargo son valientes
y peligrosos sus actos, hasta llegar a palacio. A simple vista, para los niños
es un cuento más, sin maldad, pero si ves más allá y comparas con la época, puedes
descubrir cosas muy interesantes, como por ejemplo, el alto nivel de simbolismo
que tienen.
Personalmente me
encantó recordar todos estos cuentos, escucharlos de nuevo y ver como aun
teniendo 20 años, me seguían hechizando estas historias. Creo que esta parte de
la literatura, es muy importante conocerla y aprender a realizarla bien. En nuestra
profesión es fundamental tener recursos, y uno de ellos es este. Si un profesor
sabe trabajar estos textos, en sus tres géneros y llevarlos a cabo de forma
creativa y dinámica, ya tienen una gran parte positiva y ganada frente al grupo
clase. Es esencial la buena expresión escrita y oral, pues un simple cuento,
aunque sea cortito y muy poca “cosa”, puede ser el mejor, como puede ser mero
aburrimiento. Lo importante es de las pequeñas cosas, sacar cosas grandes, que
les entretengan y les relajen.
Para ello, no
solo hemos estudiado en este bloque los cuentos como expresión oral, sino que
hemos hecho hincapié en los tres géneros: teatro, poesía y prosa.
En cuanto al
teatro, nos remontamos a la época en la que la sociedad no sabía apenas leer, y
por lo tanto las obras tenían que ser adaptadas. Un ejemplo de estas es “La
Pasión de Cristo”. Sin embargo, para los niños solo hay una representación de
teatro folklórico que se puede representar. Su nombre da lugar a “Los Títeres
de Cachiporra”. Según la zona geográfica
donde se encuentre, son de un tipo u otro, pero generalmente, destacan las de
mano.
Como no sabían
leer tenían que inventarse algunas historias, aunque su argumento siempre era
el mismo.
Haciendo referencia
a lo que he dicho anteriormente, recalco que con un mismo argumento, caracterización
de los personajes y demás similitudes, se pueden hacer cosas grandes, si se
hacen bien. Con estas obrillas, pueden tener durante horas, al público infantil,
entretenido por varios motivos. Primero, porque interactúan con ellos. Segundo porque
es muy visual y sencillo, por lo que cualquier edad puede comprenderlo y
divertirse. Y tercero, porque en cualquier momento, cuando vean que el público
se cansa pueden finalizar la representación.
La poesía, no
obstante, siempre suele estar ligada a la música y al baile. Es por ello, que
se transmite de forma oral, en gran parte. Destaco en mi reflexión a un hombre
que sí creo poesía dirigida para niños, no teniendo que adaptarla. Su nombre es
Pedro Cerrillo, catedrático en la escuela de Salamanca.
Por último, la
prosa. Este apartado me fascinó, me gustó muchísimo hacer su actividad y
aprender lo fácil que es adaptar, siguiendo los pasos que nos reveló Irune. Nunca
había pensado que cuentos tan diferentes, siguiesen todos un mismo patrón. Pero
cuando nos puso el ejemplo de Blancanieves y luego nos contó el de
Todaclasedepieles, me sorprendió, que sí se cumplían todos sus pasos.
Quiero decir,
que me resultó difícil a la hora de redactar la adaptación de Todaclasedepieles.
El uso de un vocabulario para niños y crear un cuento, no es tarea fácil. Mientras
que la creación e invención de la historia, sus personajes y lugares, no me
supusieron gran complejidad, siguiendo todos los pasos.
En este
apartado, me pareció muy interesante
aprender la clasificación que hizo Vladimir Propp de los cuentos rusos,
analizando sus estructuras subyacentes, y la historia de los cuentos. Nombres como
Charles Perrault, el primer recopilador de textos folklóricos. Quien recogió historias del pueblo y las adaptaba,
con una intención moral, por lo que pertenecen a la paraliteratura. O los famosos
Hermanos Grimm, que adaptaron los cuentos para niños en su tercera edición. Asimismo
en todos los links que busqué, vi muchas versiones para trabajar en el aula
estas adaptaciones.
Cierto es que
por desgracia, en el colegio, no se trabajan como me hubiera gustado estos
cuentos folklóricos, y es una pena porque entretienen a lo grande a los niños,
siendo un estupendo recurso para aquellos momentos que están totalmente
descontrolados y es difícil calmarles. Espero que en un futuro, cuando tenga mi
propia clase, saber contarles y si no leerles cuentos. Pues para mí los cuentos
son la base de toda infancia.
¿Te ha gustado? Pues por eso te lo he contado :)
Perfecto.
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