domingo, 6 de enero de 2013

MARTA LA VALIENTE


Este maravilloso cuento me lo ha escrito mi hermana Laura como regalo de reyes. Es el mejor regalo que a una chica de mi edad le pueden hacer, y más si está escrito con todo el amor de esa persona tan especial que comparte mi día a día. Gracias Lauri te quiero.


Historia de una princesa...

Hace muchos muchos años, en un reino muy lejano, vivían un hombre y una mujer cuyo mayor deseo era el nacimiento de un hijo con el que ampliar su familia. No se trataba de una pareja cualquiera, pues existía un rasgo que les distinguía de todos los demás, eran nada más y nada menos que los reyes de aquel bonito lugar.

Los reyes eran muy queridos en todo el reino, pues no solo gobernaban con justicia y compasión, sino que se trataba de dos personas maravillosas, que se querían por encima de todo.

Todo el reino deseaba su felicidad, por lo que al enterarse de la noticia de que la reina por fin iba a tener un bebé, las gentes salieron a la calle a festejar. Se celebró la mayor fiesta que se podía imaginar, un gran banquete acompañado de música y bailes que duraron toda la noche.

Los siguientes nueve meses que duró el embarazo, en aquel paraíso se respiraba un ambiente de alegría y expectación.

Y al fin llegó tan esperado día, la madrugada del 22 de febrero, nació una linda princesita a la que llamaron Marta. Los reyes, al verla, lloraron de felicidad, pues se trataba de una niña regordeta, con el pelo castaño y los ojos oscuros, la niña más bonita del mundo.

Desde aquel grandioso día, se empezaron a crear numerosos cánticos y poemas acerca de aquella a quién se conocería como Marta la Valiente. He aquí una de ellas, la historia que de su vida.



SU PRIMER AÑO
Marta comenzó siendo un bebé risueño, a quién le encantaba que jugasen con ella y que la dedicasen mucha atención. Era una niña a la que consentían todo, y ¿cómo no iban a hacerlo? si era una monada!

Toda la familia real se pasaba el día pendiente de la pequeña. Cuando sus padres estaban ocupados, ya se encargaban los abuelos, quiénes tenía menos responsabilidades tras haber delegado gran parte de ellas en sus hijos.

No solo eran importantes Guillermo el Culto y Lina la Magnífica, los padres de la pequeña y reyes del territorio, sino que también lo eran sus numerosos hermanos, quiénes disfrutaban de grandes títulos y posesiones.

Estos últimos, también aprovechaban cualquier ratito libre de negociaciones y batallas para hacer una visita a sus parientes, pudiendo así disfrutar de la compañía de Martita.

A medida que iba creciendo, Marta se hacía cada vez más guapa. Comenzaron a salirla unos ricitos oscuros que encandilaban a todo el personal del castillo, por no hablar de aquel lunar sobre el labio que se convertiría en su marca más distintiva.




LA LLEGADA DE UNA HERMANITA
Unos meses después, cuando Martita no era más que una mocosa muy traviesa, llegó una hermanita inesperada, era yo, Laura.

Nuestra protagonista tenía un nuevo juguete, una muñequita a la que vestir, peinar y cuidar, y así lo demostró, se pasaba el día observando a esta nueva hermanita y preguntando a su madre si podía cogerla. A veces incluso se sentía un poco celosilla, porque como bien es sabido, los peques siempre requieren más atención.

Sin embargo, sus padres y toda la gente que la rodeaba eran incapaces de dejar de mimarla y darle todo lo que pedía.



SU INFANCIA
Este hecho no cambiaría con los años, aunque sí su forma de ser.

Marta se convirtió en una niña muy apreciada, muy querida por el pueblo, aunque en ocasiones un poco curiosa, le interesaba todo lo que pasaba a su alrededor y se pasaba el día recorriendo las calles y preguntando a los ciudadanos. Observaba a las cocineras preparar sus comidas favoritas haciendo multitud de preguntas; a los sastres, ya que era muy presumida y coqueta, y le encantaba estar guapísima; a los jardineros, a los que ayudaba trayendo flores del campo...

Esta era una de sus aficiones, pasear por el campo y las montañas, afición que había heredado de su padre, quién se había criado rodeado de verdes prados repletos de vacas, ovejas...

Este la acompañaba en sus excursiones, junto a su hermana Laura y una perrita que las seguía a todas partes, Nalita. Y, posteriormente Lía.

Sin embargo también disfrutaba de la playa, la encantaba jugar en el agua saltando las olas, pero por encima de todo, la encantaba el sol, era capaz de tumbarse en la arena hasta que el sol desapareciese tras las nubes.

COMPAÑEROS DE JUEGOS

Poseía además miles de amigos, todos las niñas y niños del reino querían conocerla y compartir con ella sus aventuras. Algunos, los más privilegiados, que tenían la suerte de ir con ella a la escuela, llegaban incluso a pelearse por sentarse a su lado, por ayudarla con los deberes... en definitiva, era muy apreciada!

Sin embargo, como era de esperar, Marta no eligió a sus amigos como lo habrían hecho las princesas de otros reinos, quiénes se rodeaban más que de amigos de lacayos, o quiénes, haciendo caso a las imposiciones de sus padres, se rodearían de los más adinerados y poderosos.

La princesa era especial, era diferente, y lo demostró no sólo siendo capaz de elegir a aquellos que la querían realmente, sino a aquellos en quiénes confiar, aquellos que la hacían reír y con los que dejaba de ser una princesa, para sentirse una más del grupo.

Así consiguió lo que muchos desean y nunca logran, ocho grandes amigas, ocho maravillosas niñas que la apoyarían por encima de todo y que nunca la defraudarían, y una más, la última, la que nunca se separaría de ella, la que daría su vida por ella, aquella que siempre formaría parte de su familia, su hermana pequeña.



MALAS NOTICIAS
El problema es que no todo es perfecto, siempre hay algo que rompe la felicidad del momento como lo que le sucedió a Martita una tarde gris de otoño. Era un día de esos aburridos que todos deseamos que pase deprisa, uno de esos días nublados en los que no nos apetece salir, ni tampoco jugar.

 Marta estaba en la sala del trono, hablando con sus papás acerca del reino, imaginándose como sería su vida cuándo no fuese su madre la que estuviese sentada en el gran sillón dorado, sino ella cuando, de repente, el enorme portón de madera se abrió de par en par dejando pasar un viento frío que no anunciaba nada bueno.

Sus padres, preocupados, la instaron a marcharse a su habitación pero la princesa, que era muy curiosa, no obedeció y, cuando no la miraban, se escondió tras las cortinas.

Los siguientes minutos Marta permaneció atenta a lo que sucedía, al principio notaba la agitación en la que se había sumido el castillo, los sirvientes corriendo de un lado para otro avisando a la guardia, y, lo que más la asustó, el miedo de sus padres, un sentimiento que no había presenciado en ellos anteriormente, ni siquiera cuando combatían en la guerra.

Pasados estos instantes iniciales sobrevino lo peor, desde su escondite la pequeña pudo divisar lo que creyó que era la silueta de una persona, y que, sin embargo, no lo era. Se trataba de una sombra, de un ser que ya había estado en el reino con anterioridad y que nunca traía nada bueno, la enfermedad.

De repente, Marta recordó lo que parecía una pesadilla, vio a aquella sombra sentada junto a su abuelita en el banco de madera de la casa de las montañas, y descubrió el porqué del miedo de sus padres. Poco tiempo después de aquel día, la muerte se había llevado a la reina Nieves.

Y no solo a ella, sino que años más tarde también se llevaría a su otra abuelita, Loli, y a su abuelo Guillermo.

La princesita no sabía que pensar ni que hacer, el pánico y el terror a una nueva pérdida se habían adueñado de ella, se quedó paralizada observando lo que ocurría a su alrededor.

Mientras tanto, los reyes estaban conversando con aquel ser tan temido. Le preguntaban qué había venido a hacer al reino, y más concretamente al castillo, cuando esa voz, fría como el hielo, respondió lo que nadie deseaba oír, que había venido a quedarse, a mantenerse al lado de la pequeña Martita. En ese momento, cualquier ruido anterior quedó ahogado por un grito de terror acompañado de un sollozo ininterrumpido, procedente de sus padres.

Los acontecimientos que se sucedieron a continuación están un poco confusos, el rey desenvainó su espada, la reina suplicó a la enfermedad que se fuera y Martita salió corriendo de la habitación intentando alejarse de aquel ser que venía a por ella.

Lo único que se conoce a ciencia cierta es que aquel día se llegó a un acuerdo, la princesa estaría a salvo durante un largo tiempo, eso es todo lo que la enfermedad concedió, retrasar unos años sus planes.

Desde aquella tarde de otoño, los reyes y el resto del reino planearon la forma de deshacerse de ese mal. Marta, sin embargo, continuó su vida feliz sin saber lo que se avecinaba.


VACACIONES EN FAMILIA
Todos los años, cuando llegaban las vacaciones, el reino se veía diferente, alegre y despreocupado. El último día de colegio, Marta, al igual que todos los niños, esperaban ansiosos el sonido del timbre que anunciaría el comienzo de las vacaciones.

La princesa y su hermanita salían corriendo de clase, se subían a la carroza real e imaginaban cuál sería su destino, estaban seguras de que irían al norte donde disfrutarían en las montañas y la playa, sin embargo, sus padres siempre lograban sorprenderlas.

Años antes habían ido a visitar a una de sus tías que vivía en el nuevo mundo, habían tenido que viajar en barco, y una vez allí habían disfrutado conociendo un reino totalmente distinto del que se decía que provenían los mejores juglares. En otra ocasión, habían disfrutado de rutas a caballo y travesías por los ríos de la verde tierra que tanto amaban.

Y años después siendo ya más mayores, habían acompañado a su padre el rey Guillermo a un lugar donde todo era alegría. Allí habitaban personas de piel más oscura y con diferentes costumbres, personas muy amables que vivían a gusto con lo que poseían aunque fuera poco.


Y con su madre, habían surcado los mares de occidente visitando los mejores condados, aprendiendo de los grandes poetas y escultores del momento, y asistiendo a los mejores bailes y celebraciones.

Además, en verano, Marta podía pasarse el día entero con sus amigas, iban a probarse vestidos confeccionados por los sastres, se tumbaban en el prado a tomar el sol, se bañaban en el río, celebraban las mejores fiestas y bailes, observaban a los músicos tocar... en fin, se pasaban el día riendo y cotilleando.

Y no solo en verano, otra de sus fechas favoritas era la llegada de la Navidad, a Marta y Laura les encantaba pasear por las calles del reino en estas fechas, disfrutaban observando los adornos que ponían los vecinos en sus casas y tomaban ideas para así adornar el castillo de la forma más bonita y creativa posible.

Cuando ya se acercaba Nochebuena, dedicaban una mañana entera a poner el árbol con su madre, llenándolo de bolitas y espumillón, y coronándolo con una brillante estrella. Y, esa misma tarde, con su padre ponían el belén. Tenían muchísimas figuritas, pastorcillos, lavanderas... y por supuesto, los tres reyes magos.

En primer lugar, se iban a coger musgo y piedras del bosque, creando así un bonito fondo para su nacimiento, y luego, tras haber colocado todas las figuritas, le pedían a las cocineras papel de plata para crear un río sobre el que situar sus patitos. Por último, cuando ya llegaba el día de reyes, y comenzaban a caer las primeras nevadas, volvían a la cocina, esta vez para pedir harina con la que simular la nieve en su belén.

En estos días, las encantaba rodearse de su familia, sentarse alrededor de la chimenea a observar el fuego, colocar sus zapatitos para que los reyes supiesen dónde dejar los regalos, comer roscón con chocolate y, por supuesto, polvorones, ¡eran unas tragonas!

Y qué decir del último día del año, las cocineras creaban el mayor festín jamás visto, la familia real supervisaba que todo fuera perfecto, los músicos ensayaban sus mejores piezas, las mujeres de la corte hacían los últimos arreglos a sus peinados y vestidos..
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Cuando todo estaba preparado, toda la familia se sentaba a la mesa y disfrutaba de los deliciosos manjares.  Por último, cuando por fin el reloj comenzaba a dar las campanadas, se comían las uvas.

UNA! DOS! ... y así hasta la última, la campanada que anunciaba la llegada del nuevo año, momento en el cuál, con toda la boca llena de uvas, si no te habías ahogado antes, se daban besos y abrazos celebrando el maravilloso año que acababa y el que estaba por empezar.

Más adelante, cuando las princesas ya eran mayores, asistían con sus amigos a un gran baile que duraba toda la noche.

EL FINAL DE UN GRAN AMOR Y EL COMIENZO DE UNO NUEVO

Y así vivió el reino sus años más gloriosos, hasta un triste día en el que el amor que sentían los reyes se marchitó. Habían comenzado a discutir por tonterías y a darse cuenta, de que aunque todos soñamos con un amor que dure eternamente, no siempre es posible, a veces, las pequeñas diferencias que existen entre dos personas, ya no son tan insignificantes como ellos pensaban, sino que comienzan a afectar a su relación, superando al cariño y al amor.

El día que los reyes anunciaron su separación, el reino se sumió en una profunda tristeza, y qué decir de sus hijas. A Laura la afectó menos, puesto que era más pequeña y en el fondo creía que sería pasajero, que volverían a unirse.

A nuestra protagonista, sin embargo, la afectó muchísimo, se la notaba apagada, triste, a veces incluso, la encontraban llorando escondida en un rincón del castillo. Sus papás, se lo explicaron, intentaron alegrarla diciéndola que aún se llevaban bien, que seguirían gobernando juntos el reino y que no dejaría de ver a ninguno de los dos, y así, la princesa logró superar esta etapa y maduró.

Marta había cambiado, ya no era una niña, había crecido. Cada vez era más consciente de la importancia del reino y de sus súbditos, y, sobre todo, de que en algún momento, no muy lejano, ascendería al poder. Para ello, debería tener un compañero, alguien que la ayudase a tomar las decisiones más difíciles, una pareja.

Llegado a este punto, los reyes decidieron que ya era el momento de que la princesa conociese a los príncipes de otros reinos, por ello, celebraron un gran baile en el castillo. Invitaron a sus amigos y a las familias de estos, y todos los futuros herederos, uno a uno, fueron presentándose ante Marta.

La joven, que no estaba nada convencida de que fuese a conocer al amor de su vida de este modo, no prestó mucha atención, le aburría sobremanera tener que conocer a todos esos jóvenes que quizás tampoco estaban interesados en ella. Aún así, el baile no fue en vano, Marta hizo muchos amigos a los que visitaría en un futuro...


Cabe decir que es en esos momentos, cuando nadie se espera que vaya a ocurrir que sucede, aparece la persona que buscabas, aquella a la que habías estado esperando durante tanto tiempo, y que sabes que será alguien especial. Eso es lo que la ocurrió a ella. La mañana siguiente al gran baile, una fría mañana de enero, le vio. Ella estaba escondiéndose de aquellos que la rodeaban,(ya había tenido suficiente la noche anterior), cuando decidió dar un paseo por los alrededores del castillo, atravesando el bosque de camino a la laguna.

De repente, algo silbó en el aire, una flecha que fue a parar al centro de una diana pintada en un árbol cercano. Marta se preguntaba quién la habría lanzado, quién tendría esa espectacular puntería, por lo que comenzó a caminar hacia donde creía que había provenido la flecha.

Llegó a un pequeño claro del bosque, y allí, sentado en el tronco de un árbol afilando la punta de una flecha, se encontraba él. Se quedó contemplándole un instante hasta que sus miradas se cruzaron, él la reconoció al instante y se apresuró a presentar sus disculpas por aquel disparo tan cercano a ella. Ella, sin embargo, haciendo caso omiso a sus disculpas, le preguntó quién era.

Se trataba de uno de los cazadores del reino, que había ido al castillo para ofrecer las piezas que había obtenido para el banquete. Cuando ella, interesada, le preguntó su nombre, el respondió Iván.

Y así, comenzaron a charlar, a conocerse. Marta le pidió que la enseñase a disparar y él, muy caballeroso, la cedió su arco y la enseñó cómo utilizarlo.


A medida que avanzaba la mañana, se les veía más a gusto, él había dejado de tratarla como una princesa y ella, se había olvidado de todas sus preocupaciones. Se habían dado cuenta de que tenían muchas cosas en común, y también algunos amigos.

Ese día, al volver a casa, Marta estaba feliz. Sus padres le preguntaron el motivo pero ella no les dijo nada. Solo se lo contó a su confidente, a su hermana, la contó que había conocido a un chico magnífico, un joven alto y apuesto que la gustaba mucho.

Al día siguiente, Marta volvió a buscarle, y allí estaba él, esperándola, resulta que no vivía muy lejos del castillo y siempre utilizaba ese bosque para cazar. Y así, comenzaron a quedar todos los días, hablaban y se reían de todo, tomaban el sol, se bañaban en el río... surgiendo poco a poco el cariño y el amor verdadero.

Pasado un tiempo, la princesa se lo contó a sus padres. El cazador, muy tradicional, se presentó a los reyes y les prometió cuidar y querer a su hija por siempre, y así, estos aceptaron su relación.

Marta e Iván comenzaron a disfrutar de una vida juntos, viajaban a distintos reinos, y no podían pasar ni un ratito separados puesto que se echaban de menos al instante. 
Se querían muchísimo y todo el pueblo estaba encantado y lleno de felicidad.

LOS VEINTE AÑOS
El reino había dejado de preocuparse por la profecía pronunciada años atrás, cuando, una noche, Marta comenzó a sentir un intenso dolor de estómago, unas punzadas en la tripa que no dejaban de molestarla. Los reyes pensaron que no sería nada pero aún así, llamaron al médico. Éste le restó importancia, dijo que se pasaría, pero tras varios días en la cama dolorida, sus padres mandaron llamar a los mejores doctores del reino.
Éstos, tras una larga reunión, les anunciaron que no tenían un claro diagnóstico, que no habían podido determinar su enfermedad.

El reino comenzó a preocuparse por la salud de la futura reina, nadie podía disimular su inquietud, su familia se pasaba el día atendiéndola, su madre rezaba por ella, su hermana, que no sabía nada, intentaba entretenerla y hacerla reír, su padre la velaba por las noches y su novio se pasaba el día pegado a ella demostrando con creces cuánto la quería.

Un día llegó un gran doctor acompañado de simpáticas asistentes, ya había presenciado un caso parecido al de la princesa y supo por fin recetarla un medicamento creado a base de numerosas hierbas que creía podría curarla, aunque no lo aseguraba, dependía de la fuerza de la joven.

Nuestra protagonista, como he dicho antes de comenzar esta historia es llamada Marta la Valiente, y no en vano. Apoyada por toda su familia, sus amigas y su novio, luchó contra ese malestar, y utilizando toda su fuerza, resistencia y coraje durante los meses siguientes, venció.


Cuando por fin pasó todo, nadie podía creerlo, Marta, aquella niña que siempre había sido tan querida, se recuperó, la enfermedad se había alejado por fin de su lado para no volver jamás.

Nunca se ha hablado en el reino de nadie tan valiente, nunca ha existido una persona así, tan apreciada, tan buena y con tantas ganas de luchar.
Por todo esto, yo, como escritora de este relato y sobre todo como su hermana, tengo que decir que me llena de orgullo poder llamarla así, mi hermana, aquella que tuvo el valor de enfrentarse al que se convertiría en el año más duro de su vida y superarlo con una sonrisa en la cara.

Y al fin me despido, aunque esta historia no se acaba aquí, pasada esta triste etapa, comienza una nueva y maravillosa vida para la princesa.


PALABRAS DE DESPEDIDA

En esta última parte solo quiero escribir unas palabras bonitas que demuestren lo importante que eres para mí. No son todas mías, pero en el fondo podrían serlo.

Eres mi hermana, una de las personas más importantes de mi vida con la que lo comparto todo, mis pensamientos, mis alegrías y mis miedos.

Contigo puedo mostrarme tal cual soy, sin escudarme bajo un coraza. Sé que puedo confiar en ti ya que nunca me juzgarás, tan solo me escucharás, me aconsejarás y me comprenderás.
Lo has demostrado con creces, cuando te he necesitado, has venido de inmediato. Te he pedido consejo siempre y casi nunca te he hecho caso. Sin embargo, me sigues queriendo. Pero yo te quiero aún más.

"Ella lo es todo, es el espejo que refleja un mundo de posibilidades para ti. Es tu cómplice, tu compañera, alguien que sabe cuándo sonríes, aun en la oscuridad. Es tu mentora, tu abogado defensor y hasta tu psicóloga. E incluso otras veces… es la razón por la que quisieras ser hija única".

Y, aunque parezcamos distintas, siempre tendremos algo en común, ya que, las hermanas son como las ramas de un árbol, crecen en distintas direcciones pero su raíz continúa siendo una sola. Así, la vida de cada una será siempre una parte esencial de la otra.

Envejecemos además para todo el mundo salvo para las hermanas. Ellas saben cómo fuimos siempre. Compartimos los secretos, las peleas familiares, el dolor y las alegrías... en fin, vivimos fuera del tiempo.

Y en tu caso particular, quiero decirte que es un orgullo tener una hermana como tú, eres diferente a todo el mundo, eres una luchadora, eres la bondad en persona, una loca de la vida, eres valiente, confiada y apasionada, llorona y risueña... eres indescriptible, pero eres única.

Y por supuesto, lo más importante, no sería nadie sin ti, TE QUIERO MUCHÍSIMO MY BIG SISTER!

4 comentarios:

  1. Por dios, que cosa más bonita Martus!!!!!!!!!
    Sabes que me uno a tu hermana, eres valiente, buena, humilde, cariñosa y muy sensible. Yo te conocí gracias a Los Salianos hace ya tres añitos. Fue curioso contando con que somos del mismo pueblo, y no te había ni visto. Ahora, eres parte de mi, y confiando en mí como lo has hecho, sé que serás parte siempre. Te lo he dicho ya varias veces, nos has dado una lección de vida, no sólo a mí, sino a todos, y eso me llena de orgullo. Y no soy ni familia, ni pertenezco a tus ocho amigas, pero tengo claro que te quiero conmigo, y que igual que tú has tirado de mí, espero haber tirado yo de ti este año. Ya lo dije en mi entrada, este año ha sido difícil, pero ha pasado. Eres consciente de que el dolor de estómago que llegó a ti por culpa de la sombra llamada enfermedad, ha sido partícipe cuando yo hablo de que mi año ha sido duro, porque te quiero, porque me importas y porque quiero verte feliz, como ahora. Así que después de lo malo y de que tu hermana me emocione (jajajaja) , llega lo bueno, y sé que para ti este año va a ser genial!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    Te quiero bicha, muuuucho!

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  2. Pero que bonito!!
    Llorando me tienes!!
    Yo puedo unir un nuevo capitulo de Marta la Valiente, el día que la conocí y gracias a ella pase las mejores practicas que hubiera podido imaginar ya que Marta siempre tenía una sonrisa para mi, hacia que se me pasaran los patios volando y sobre todo conocí a una gran persona.
    Me sumo a todo lo que ha dicho tu hermana, quiero verte con una sonrisa de oreja a oreja.

    Un besazo enorme corazón.

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  3. Pero qué cosas tan bonitas, por favor... y encima Cris y Mari te regalan más... ¡feliz año, Marta! :D

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