He adaptado este cuento folclórico para el tercer ciclo de
educación primaria. Es un cuento de una extensión media. Concretamente, lo he
escrito para los niños de sexto, ya que al tratarse del último curso de esta
etapa entienden más vocabulario y he podido incluir alguna palabra más compleja.
“Eolande”
Cuenta la leyenda que hace
muchos años existía un bonito reino llamado “Faylinn”. Era un sitio rodeado de mágicas
criaturas y relucientes flores. Sus habitantes vivían en una gran armonía y la
gente que pasaba por allí, pensaba, que aquel lugar estaba encantado.
No se equivocaban, pues sus reyes
eran: un joven elfo del bosque y una bellísima ninfa del lago. Estos reyes
tuvieron una preciosa historia de amor y deseaban tener una pequeña hija.
Un buen día, por fin se
cumplió su esperado deseo. Nació en Faylinn una hermosa hadita, llamada Eolande.
Sus
padres estaban muy orgullosos de su pequeña, y nunca se separaban de ella. La
iban viendo crecer día a día, observando lo bonita que era.
A
Eolande, la habían salido unas grandes alas, acompañadas de un oscuro cabello y
una fina y pálida piel. ¡Era igualita que su madre!
Con
los años a sus padres les empezó a
preocupar su hermosura, pues el marido que le buscasen tendría que ser muy
guapo.
Una
mañana asomados al balcón de su palacio, los reyes miraron con dulzura a dos
personitas muy felices que reían juntas. Era Eolande y su primo Dalanar. Habían
estado toda la vida unidos y se llevaban estupendamente.
¡Sería
unos excelentes futuros reyes! – dijo la reina.
***
Llegó
el cumpleaños de Eolande, cumplía 16 años y todavía no les habían comunicado la gran
noticia. Eolande soñaba con el amor, había escuchado millones de historias románticas
y ya se había imaginado muchas veces a su amor verdadero.
Cuando
llegó el momento de soplar las velas y pedir un gran deseo, Eolande pidió tener
un apuesto príncipe con el que poder casarse. Sus padres no vieron mejor
oportunidad que esa para sorprender a su querida hijita.
-
- ¡Tus deseos son órdenes, mi preciosa niña! – dijo su padre. – ¡Te casarás con Dalanar!
Eolande, que pensaba que sus padres habían enloquecido, no sabía cómo retrasar la desastrosa boda.
Pero enseguida se la ocurrió una genial idea…
- ¡Tus deseos son órdenes, mi preciosa niña! – dijo su padre. – ¡Te casarás con Dalanar!
Eolande, que pensaba que sus padres habían enloquecido, no sabía cómo retrasar la desastrosa boda.
Pero enseguida se la ocurrió una genial idea…
-
¡Padre, madre! – dijo Eolande.
Quisiera pedirle antes a mi futuro marido un regalo de bodas.
Los
padres, sorprendidos de la buena actitud de su hija, no la interrumpieron.
-
Por supuesto – contestaron los dos.
Entonces
dijo ella:
-
Deseo tres vestidos hechos con las mágicas semillas de hadas. El
primer vestido quiero que sea tan natural como los bosques más bellos. El
segundo, tan fresco como las aguas más cristalinas. Y el tercero y último, tan
luminoso como el brillo de mis alas.
Los
reyes miraron a Dalanar, y pensaron lo difícil que sería conseguir aquel regalo,
pero no pusieron ninguna pega.
Dalanar
respondió:
-
De acuerdo, princesa mía. Te traeré
esos tesoros y a mi regreso nos casaremos.
Eolande
le sonrió y este se fue en busca de sus regalos.
***
Pasaron
tres largos años y todo el reino había olvidado aquella promesa, incluso
Eolande. Ella estaba contenta y seguía soñando en aquel amor que algún día
entraría en su corazón.
De
repente, apareció Dalanar con el complicado regalo que su futura reina le había
pedido.
Eolande
entristeció al momento. No sabía cómo había sido posible conseguirlo tan pronto. Así que, saludó
amablemente a Dalanar y le dio las gracias por su regalo.
Los
reyes, felices de la cercana celebración de boda, felicitaron a los novios.
El
hada confundida le pidió un último regalo. Quería un perfume hecho con el olor
de todas las flores más bonitas de los bosques. Dijo que necesitaba oler bien
el día de su boda y que quería hacer honor al significado de su nombre “Flor
violeta”.
Dalanar,
que acababa de llegar de un duro viaje. Marchó con rapidez para casarse lo más
pronto posible.
Tardó
un año en crear aquel especial olor. Y tan pronto lo tuvo regresó a Faylinn.
Cuando
vio a Eolande, la entregó aquel maravilloso perfume. Era el aroma más dulce y
fresco que había olido jamás. La princesa no podía quejarse.
Y
antes de que ella pidiera otro regalo, retrasando más la boda, los reyes ordenaron que en tres días se celebraría.
Eolande
pasó los dos primeros días sin parar de llorar, ella no quería casarse con su
primo. Era el hada más triste del mundo.
La
bellísima hada no lo pensó dos veces, no quería ser infeliz toda su vida, así que cogió sus tres vestidos y su mágico
perfume y se escapó del castillo.
Corrió
entre los bosques, cruzó ríos y montañas, logrando así huir de su hogar.
Llevaba ya varias semanas solita buscándose la vida como podía. Muchas veces,
se alejaba de los bosques o del agua, pues tenía miedo de que sus padres, que
tanto conocían esas zonas, la encontrasen.
Por
el día, caminaba rodeada de animales y olía las flores que tanto la gustaban y
por la noche se asustaba de los ruidos y la oscuridad. Cuando oía alguna voz,
se refugiaba en algún árbol, pero un día subida en lo alto de un árbol la rama
se rompió y ella fue cayendo y cayendo.
Iba a golpearse contra el suelo, cuando
de pronto extendió sus grandes alas y voló muy alto.
Eolande,
feliz y ligera, flotaba en el aire. Estaba entusiasmada de haber descubierto
que podía volar. Sus padres de pequeña no la habían enseñado porque siempre
había sido muy traviesa y curiosa, y temían que se perdiese entre los bosques.
Pasaron
los meses y Eolande pensó que debía encontrar algún lugar donde vivir, pues no
podía estar escondiéndose toda la vida. De repente, una noche, Eolande buscaba
un lugar donde dormir a gusto y dio con una casita muy acogedora.
Allí, vivía una familia de campesinos que estaban asustados al oír que alguien entraba
en su casa. Ella con su vocecilla les dijo:
- -Tranquilos, soy un niña que me he
perdido y necesito un lugar donde pasar la noche.
La
familia la dejó dormir en su hogar. Pasaron los días y ella seguía en aquel
lugar, pues la familia con la que vivía la habían dejado quedarse durante un
tiempo, a cambio de que ella trabajaría
en el mercado vendiendo los alimentos que ellos cultivaban en su huerto.
Eolande, nunca les reveló su pasado, por si algún día sus padres la buscaban.
***
Una
noche, cuando iban a cenar la hija más mayor la familia, preguntó:
-
Mamá, ¿quiero ir a la fiesta que da
nuestro príncipe Jondalar?
La
mamá la respondió:
-
Hija, ya sabes que el príncipe
organiza esas fiestas todos las noches
de luna llena. Así que tendrás que esperar a ser más mayor.
Ella
dijo:
-
Pero mamá ya tengo quince años y
medio.
-
¡Quiero ir! ¡Quiero ir!
El
papá respondió con un no rotundo. Y se acabó la conversación.
Eolande
que había estado escuchado atentamente, tuvo curiosidad por
saber quién era Jondalar.
Pasaron los días y no podía parar de pensar en él y todavía no le conocía.
Pasaron los días y no podía parar de pensar en él y todavía no le conocía.
Así que
una noche mientras dormían todos tranquilamente, se marchó muy silenciosa.
Espero impaciente toda la noche en las puertas de palacio. Se había escondido
tras unas rocas. Eolande siempre llevaba consigo los regalos que un día, ya muy
lejano, le hicieron.
De
repente, lo vio pasar, en un caballo blanco. Detrás una carroza. Según le miró
se enamoró de él locamente. El hada, nunca había visto a un príncipe normal,
pues ella venía de un reino bastante peculiar.
Cuando
cerraron las puertas de palacio, ella colándose por una ventana le siguió y vio
cómo de aquella carroza se bajaba otro hombre.
-
¿Sería su príncipe? Pero… ¿y el
caballo blanco en el que le había visto subido?
Ella
no entendía nada. Ya no sabía a quién había visto y a quién no. Y no podía
preguntarle a la familia con la que vivía, pues se podían enfadar.
Eolande
sentía la necesidad de descubrir a aquel hombre a caballo que la enamoró.
Decidida, cubrió sus alas.
El
mercado estaba a las puertas de palacio, pero nunca había visto a aquel
caballero.
Una
noche se dio cuenta de que el cielo tenía una enorme luna llena y decidió
ponerse su primer vestido tan natural como los bosques más bellos y acudir a la
fiesta en los jardines de palacio.
El
vestido que llevaba Eolande tenía los
colores más vivos vistos de los paisajes más bonitos que existían. Se hizo una trenza en el cabello y lo
conjuntó con unas florecillas que había recogido del campo. Estaba preciosa y
parecía una elegante princesita.
Cuando
llegó a palacio el príncipe Jondalar la vio y solo pudo fijarse en ella. Tras
él, se encontraba el hombre del caballo blanco. Pero el príncipe no la soltó en
toda la noche.
Bailaron
y bailaron durante toda la fiesta. Eolande cruzaba miradas con el caballero,
sin que el príncipe se diese cuenta.
Llegó
la hora de su fin, y Eolande no quería acabar así la noche. Así que educadamente
se marchó del baile. La joven hada, se fue soñando con volver a ver a su
caballero y el príncipe no paró de pensar en la joven.
Ella
se recogió su cabello cubriéndoselo con un pañuelo y se puso de nuevo la ropa
del trabajo.
Pasaban
los días y noches, hasta que llegó la siguiente noche de luna llena.
Eolande,
acudió de nuevo a palacio con su traje tan fresco como las aguas más
cristalinas.
Cuando
entró a palacio el príncipe y el caballero la miraron embobados. Estaba más
bonita que la noche anterior. Ella vestía un precioso vestido, de un brillo tan
transparente como una gota de agua, y azul como sus hermosos ojos.
Durante
el baile de nuevo se repitió lo mismo que la noche anterior. Pero esta vez el
príncipe notó que algo no iba bien. No
sintió que Eolande le mirase como él lo hacía. Así que dando por terminada la
noche, la dejó marchar.
El
caballero que había estado observando todo vio como Jondalar la seguía hasta su
escondite. Allí en un lago cercano al castillo, observaron cómo Eolande cambiaba
de ropaje y mostraba sus alas y vestimenta de hada.
-
¡Me ha engañado! – le dijo al
caballero que pertenecía a su corte real.
-
¡No es una princesa! ¡Es un ser
mágico!
-
¿Un hada? – dijo preguntándose muy enfadado.
-
¡Me vengaré de ella! – gritó.
-
Pero majestad, es un ser hermoso no
puede hacerle daño, por favor – dijo el apuesto caballero, quién estaba
completamente enamorado de ella.
***
Pasada
una semana, el príncipe pensó la forma de vengarse. Mientras tanto, el hada cumplía
con su trabajo, en el mercado, felizmente enamorada. Solo pensaban en el
siguiente baile.
Llegaba
el día de la próxima luna llena, y el príncipe había anunciado por todo el
reino que iba a elegir esposa.
Eolande
tenía dudas de acudir, por temor a que fuese ella la elegida. Pero deseaba ver
a su caballero. Ella nunca había cruzado palabra con él, pero sentía que era su
amor verdadero y que ese sería su día.
La
noche llegó y como siempre entró en el inmenso salón real. Allí todas las
candidatas, junto a Jondalar, parecían esperarla. A ella la extraño que la
miraran tanto, pero pensó que sería por su hermoso traje.
Lucía
un precioso vestido tan luminoso como sus alas y desprendía un olor tan dulce y
fresco que enamoró más aun a su caballero.
El
caballero no podía traicionar a su príncipe, pues si lo hacía podrían
expulsarle del reino o lo que es peor, matarle. Pero tampoco podía abandonar a
Eolande.
-
¿Y si la pasa algo a mi amor?
-
¿Y si no la vuelvo a ver nunca más?
Entonces,
vio la oportunidad. Observó salir a los jardines a la preciosa hada, pues le
había pedido un descanso al príncipe, tras un largo baile.
El
caballero se dio cuenta que el príncipe estaba especialmente contento, ¿iría a
llevar a cabo su malvada venganza? – se preguntó.
Mientras,
en los jardines observó como la princesa cantaba y hacía música con gran
alegría. Porqué estaba tan contenta, pensaba silencioso el caballero.
Ella
se dio cuenta que la observaban, y dándose la vuelta le vio. Estaba en frente
de ella. Nervioso y muy guapo.
El
caballero se acercó a ella y la besó. La dijo que la quería y que tenía que
tener cuidado con el príncipe. La avisó que la habían visto sus preciosas alas
y que debía huir ahora mismo.
Ella
asustada volvió a besar a su caballero. Y le dio un fuerte abrazo de despedida.
De
repente se oyó un gritó:
-
¡Traidores! ¡Embusteros!
-
Habéis engañado al príncipe y al reino
entero –dijo el Jondalar.
-
¡Cogerles!
-
¡Atraparles y traérmelos a palacio!
-
¡Les mataremos a los dos!
Cuando
los jóvenes escucharon los gritos del príncipe, asustados corrieron y corrieron.
Estaban a punto de pillarles, cuando
Eolande abrió sus alas, cogió al príncipe de la mano. Escaparon volando muy alto.
El
príncipe y los demás caballeros que le acompañaban quedaron asombrados.
***
Pasaron
semanas escapando por el cielo. Juntos buscaron un lugar sin reyes, ni príncipes.
Y cuando ya estaban muy lejos de aquellos reinos, construyeron su propia casita
y allí formaron una bonita familia.
Nueve
meses después tuvieron a su pequeña hadita, a la que juntos llamaron Violeta.
Los
cambios que he realizado en la adaptación han sido:
1.El
aspecto de los principales personajes. Eolande, es el hada que sustituye a “Todaclasedepieles”.
El rey y la reina son un elfo y una ninfa. Y el amor del hada es un caballero y
no el príncipe de Todaclasedepieles.
2.El motivo de la huída de Eolande es que la quieren casar con su primo, no con el rey.
3.El segundo regalo que pide Eolande es un perfume hecho con la savia de las flores, mientras que Todaclasedepieles pide un abrigo.
4.Su refugio no será en el mismo palacio del príncipe, sino una casa de unos campesinos del reino.
5.Su entretenimiento no es en las cocinas, sino en un mercado cerca de palacio.
6.El príncipe del cuento no realiza tres noches seguidas con un baile para casarse, en este caso, son cada luna llena y en la última ocasión, menciona la palabra “boda” como parte de la venganza.
7.Al final no elige al príncipe, sino al caballero. En el cuento de Todaclasedepieles su amor será el príncipe.
2.El motivo de la huída de Eolande es que la quieren casar con su primo, no con el rey.
3.El segundo regalo que pide Eolande es un perfume hecho con la savia de las flores, mientras que Todaclasedepieles pide un abrigo.
4.Su refugio no será en el mismo palacio del príncipe, sino una casa de unos campesinos del reino.
5.Su entretenimiento no es en las cocinas, sino en un mercado cerca de palacio.
6.El príncipe del cuento no realiza tres noches seguidas con un baile para casarse, en este caso, son cada luna llena y en la última ocasión, menciona la palabra “boda” como parte de la venganza.
7.Al final no elige al príncipe, sino al caballero. En el cuento de Todaclasedepieles su amor será el príncipe.
Las
similitudes que no he variado en la adaptación han sido:
1.La huída del hada es por la oposición al casamiento con su primo.
2. Se escapa por el bosque.
3. El primer regalo son tres vestidos espectaculares.
4. El acercamiento con su amor es durante el baile.
5. El príncipe se enamora de ella nada más verla y bailan toda la noche.
6.Al final, descubre su verdadera identidad, en este caso que es un hada y en el cuento de Todaclasedepieles que es la que trabajaba en la cocina. Ambas son princesas de un reino lejano.
1.La huída del hada es por la oposición al casamiento con su primo.
2. Se escapa por el bosque.
3. El primer regalo son tres vestidos espectaculares.
4. El acercamiento con su amor es durante el baile.
5. El príncipe se enamora de ella nada más verla y bailan toda la noche.
6.Al final, descubre su verdadera identidad, en este caso que es un hada y en el cuento de Todaclasedepieles que es la que trabajaba en la cocina. Ambas son princesas de un reino lejano.
:) Muy lindo. Perfecto.
ResponderEliminar