sábado, 29 de diciembre de 2012

Erasé una vez....


Reflexión bloque 2
En este segundo bloque trabajamos los cuentos, los cuentos folklóricos. Aquellas historias que nos dormían por las noches. Que nuestros padres nos contaban cuando éramos pequeños, y que a ellos, sus padres también les contaban. Estos cuentos se llevan transmitiendo de generación en generación mucho tiempo, pero nunca pasan de moda.

Cuando empezamos con este tema, y ahora que hemos terminado los cinco bloques que engloban esta asignatura, tengo que decir que con este bloque, es con el que más he disfrutado. Me gustó muchísimo recordar todos esos cuentos que formaron parte de mi infancia. Pero sobre todo, conocer alguno nuevo y sus sorprendentes adaptaciones.

Es importante descubrir  quienes escribieron los cuentos folklóricos, conocer sus características y saber a quién iban dirigidas esas historias, que tanto nos han divertido. Es por ello, que me resultó muy curioso saber el trasfondo real que tenían los cuentos típicos como Caperucita Roja,  Blancanieves, Pulgarcito, La Cenicienta… conociendo que estos textos no son infantiles, no fueron escritos pensando en niños. Las versiones que creíamos eran originales, son adaptaciones que se hicieron, en general, para entretener a las familias.



Los textos folklóricos nacen entre el pueblo, es decir, son populares. Antiguamente, dentro de la sociedad existían dos clases de literatura, la literatura popular (se desconocía y no interesaba, era algo del pueblo) y la literatura culta (dada por aquellos que sabían leer y escribir). Al transmitirse oralmente a lo largo de los siglos, se conocen aquellos textos dirigidos a los más pequeños, formando parte de la literatura vertical, o por lo contrario, de la horizontal. Estos textos han tenido multitud de variantes en ocasiones intencionales y no originales, sino desconocidas. Además, destacan por no ser didácticas, ni moralizantes. Sin embargo, reflejan la sociedad de la época que se está narrando y los sueños y deseos del pueblo.

He aprendido que los textos literarios folklóricos no tienen autor, el autor es el tiempo y el pueblo. Es verdad que sus orígenes son muy diversos, en algunos casos reales, como la sorprendente historia de Caperucita Roja. La versión que nos contó Irune, a muchos nos dejó alucinados. Pensar que de una “tragedia” como se cree que sucedió, se acabe escuchando un cuento para dormir a los niños… fue muy surrealista, es por eso que en la mayoría de las ocasiones los textos folklóricos surgen de las habladurías del pueblo.

Asimismo, me resultó muy curioso y bien argumentado ver que los cuentos folklóricos no son machistas como en se comenta a veces. Cierto es que la mujer de hoy en día puede hacer lo que se proponga por sí misma, pero hay que estudiar la historia antigua, para decir si un texto es machista o no. Recuerdo la versión que nuestra profesora nos contó, acerca de la Cenicienta. Esta historia, muchas veces la exaltan, catalogada como desvalorización  a la mujer de antes, sin embargo son valientes y peligrosos sus actos, hasta llegar a palacio. A simple vista, para los niños es un cuento más, sin maldad, pero si ves más allá y comparas con la época, puedes descubrir cosas muy interesantes, como por ejemplo, el alto nivel de simbolismo que tienen.

Personalmente me encantó recordar todos estos cuentos, escucharlos de nuevo y ver como aun teniendo 20 años, me seguían hechizando estas historias. Creo que esta parte de la literatura, es muy importante conocerla y aprender a realizarla bien. En nuestra profesión es fundamental tener recursos, y uno de ellos es este. Si un profesor sabe trabajar estos textos, en sus tres géneros y llevarlos a cabo de forma creativa y dinámica, ya tienen una gran parte positiva y ganada frente al grupo clase. Es esencial la buena expresión escrita y oral, pues un simple cuento, aunque sea cortito y muy poca “cosa”, puede ser el mejor, como puede ser mero aburrimiento. Lo importante es de las pequeñas cosas, sacar cosas grandes, que les entretengan y les relajen.

Para ello, no solo hemos estudiado en este bloque los cuentos como expresión oral, sino que hemos hecho hincapié en los tres géneros: teatro, poesía y prosa.

En cuanto al teatro, nos remontamos a la época en la que la sociedad no sabía apenas leer, y por lo tanto las obras tenían que ser adaptadas. Un ejemplo de estas es “La Pasión de Cristo”. Sin embargo, para los niños solo hay una representación de teatro folklórico que se puede representar. Su nombre da lugar a “Los Títeres de Cachiporra”.  Según la zona geográfica donde se encuentre, son de un tipo u otro, pero generalmente, destacan las de mano.

Como no sabían leer tenían que inventarse algunas historias, aunque su argumento siempre era el mismo.

Haciendo referencia a lo que he dicho anteriormente, recalco que con un mismo argumento, caracterización de los personajes y demás similitudes, se pueden hacer cosas grandes, si se hacen bien. Con estas obrillas, pueden tener durante horas, al público infantil, entretenido por varios motivos. Primero, porque interactúan con ellos. Segundo porque es muy visual y sencillo, por lo que cualquier edad puede comprenderlo y divertirse. Y tercero, porque en cualquier momento, cuando vean que el público se cansa pueden finalizar la representación.

La poesía, no obstante, siempre suele estar ligada a la música y al baile. Es por ello, que se transmite de forma oral, en gran parte. Destaco en mi reflexión a un hombre que sí creo poesía dirigida para niños, no teniendo que adaptarla. Su nombre es Pedro Cerrillo, catedrático en la escuela de Salamanca.

Por último, la prosa. Este apartado me fascinó, me gustó muchísimo hacer su actividad y aprender lo fácil que es adaptar, siguiendo los pasos que nos reveló Irune. Nunca había pensado que cuentos tan diferentes, siguiesen todos un mismo patrón. Pero cuando nos puso el ejemplo de Blancanieves y luego nos contó el de Todaclasedepieles, me sorprendió, que sí se cumplían todos sus pasos.

Quiero decir, que me resultó difícil a la hora de redactar la adaptación de Todaclasedepieles. El uso de un vocabulario para niños y crear un cuento, no es tarea fácil. Mientras que la creación e invención de la historia, sus personajes y lugares, no me supusieron gran complejidad, siguiendo todos los pasos.

En este apartado, me pareció muy interesante  aprender la clasificación que hizo Vladimir Propp de los cuentos rusos, analizando sus estructuras subyacentes, y la historia de los cuentos. Nombres como Charles Perrault, el primer recopilador de textos folklóricos. Quien  recogió historias del pueblo y las adaptaba, con una intención moral, por lo que pertenecen a la paraliteratura. O los famosos Hermanos Grimm, que adaptaron los cuentos para niños en su tercera edición. Asimismo en todos los links que busqué, vi muchas versiones para trabajar en el aula estas adaptaciones.

Cierto es que por desgracia, en el colegio, no se trabajan como me hubiera gustado estos cuentos folklóricos, y es una pena porque entretienen a lo grande a los niños, siendo un estupendo recurso para aquellos momentos que están totalmente descontrolados y es difícil calmarles. Espero que en un futuro, cuando tenga mi propia clase, saber contarles y si no leerles cuentos. Pues para mí los cuentos son la base de toda infancia.


¿Te ha gustado? Pues por eso te lo he contado :)

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