domingo, 30 de diciembre de 2012

LeoLeo


Reflexión bloque 4

Para comenzar mi reflexión a cerca de la lectura, debo dar primero una serie de razones que considero que deberían ser diferentes, tras el trabajo de este bloque.

Hace ya muchos años que la lectura ha perdido aquel prestigio que tenía en la sociedad antigua. En otra época, los que sabían leer eran aquellas personas cultas, privilegiadas y de buena posición social. Tener un libro, ya te hacía ser distinto frente a la gran mayoría. Seguramente, ningún niño despreciaba un libro tan a la ligera. Sin embargo, hoy en día, las personas han cambiado. Las prioridades frente a la educación se han transformado. Ahora se le da más importancia al aprendizaje de conceptos, que al desarrollo lógico.

Según mi punto de vista, la lectura no está integrada como se debiera en el aula. Es cierto que en cada unidad didáctica se trabaja una parte de comprensión lectora y que a lo largo del curso los alumnos deben leerse varios libros, pero según la forma en que se plantee, se puede conseguir ese interés o no.

Es importante tener bien programadas las actividades que quieres trabajar con los alumnos, desde que se expone hasta que se finaliza la fecha de lectura de ese libro en particular. No son actividades que se pueden improvisar, o que se pueden suprimir. He aprendido la importancia de recurrir a las actividades previas al libro, durante y después de dicha lectura. No podemos dar por hecho que realizando solo dos de éstas, completamos todo el proceso lector requerido por nuestros alumnos.

A mí nunca me habían planteado un libro como he podido experimentar tras la explicación de este bloque en el aula. Siempre me mandaban rellenar una ficha al final del libro que constaba en lo siguiente:

 -  Primero poner el título del libro, nombre de la editorial y autor.

 - Después hacer una breve síntesis de lo ocurrido en el texto. Aproximadamente cinco o seis líneas.

 - Y finalmente dar en pocas palabras mi opinión personal. En este apartado la respuesta era siempre la misma, porque existía el temor a pensar que si decías que no te gustaba, te calificarían diferente.

Entonces, tras hacer una comparación rápida sobre cómo plantear el seguimiento de una lectura a un grupo de alumnos, tengo que decir que yo, e imagino gran parte de mis compañeros, opino que esta metodología no servía para nada. El motivo es que no nos proporcionaba esa intriga que tiene que existir cada vez que empiezas un libro, ni esa motivación y ganas de leer.

Si transportamos esto al ámbito cinematográfico,  vemos como los “tráilers” generan en nosotros esa intriga que nos lleva a la posterior visualización de la película. Sin embargo, en el caso de los libros no es tan sencillo. Carecemos de esas imágenes que nos motivarán a leerlo y solo poseemos un mero resumen de su contenido en la parte posterior del libro. Es por ello que debemos generar ese interés mediante una actividad previa a la lectura.

Esta semejanza de la literatura con el cine me ha ayudado a plantear estas actividades de forma mucho más visual y lúdica. No obstante, no solo es importante despertar ese interés sino que considero esencial mantenerlo durante todo el proceso lector. El profesor será en este caso la herramienta que sirva como guía de apoyo al alumno, en caso de duda o desvinculación con el libro.

Durante estas actividades intermedias de la lectura, me parece fundamental proponer ejercicios analíticos, donde el alumno ejercite su capacidad de raciocinio.

Y finalmente, es importante acabar con la actividad completamente, es decir, proponer una serie de actividades donde expongan sus opiniones acerca del libro. En este punto, se podría no solo trabajar de forma individualizada, sino siguiendo una metodología cooperativa. Por parejas o grupos podrían hablar de sus gustos, preferencias y sensaciones.

Nunca debemos olvidarnos de realizar estos tres tipos de actividades, pues si no planteásemos actividades previas a la lectura, sería  como obligarles a una lectura que puede que no les llame la atención. Si por lo contrario, no hacemos actividades durante, puede que alumnos se queden con dudas sin resolver. Y por último, si no cerramos la actividad con ejercicios que “evalúen” o les hagan sentirse recompensados con su labor lectora, estamos quitando importancia al hecho de leer.

Asimismo, tras el trabajo de este bloque, he aprendido que siempre debemos explicarles el por qué van a tener que leer, qué es lo que les vamos a proponer que lean y por supuesto qué pasos vamos a seguir durante el transcurso de la lectura.

Como en todos los bloques, es fundamental conocer a todos tus alumnos. No debemos exigirles que lean un libro que puede que sea incompatible para alguno de ellos. Deberíamos intercalar, según el trimestre, diferentes estrategias de lectura que interactúen con ellos. Las propuestas que he aprendido son las siguientes:

             Es necesario que todos lean un libro que el profesor escoja. Un libro que toda la clase tenga que leer y al que todos se tengan que adaptar. Este texto sería elegido de forma premeditada y cumpliendo todos los pasos que estudiamos en el bloque uno, tras el análisis de un libro.

            Otra forma sería dejar a los alumnos que sean ellos mismos quienes elijan qué libro quieren leer. Cada niño tendría que exponernos el por qué lo han seleccionado y una vez lo terminen, nos dirán si su elección ha sido acertada o no.

               Finalmente como tercera estrategia, optaría por algo que relacione las dos anteriores. Imponerles alguna lectura obligatoria para todos y proponerles otros que ellos elijan de su biblioteca personal.

Soy consciente de que no es una tarea fácil cambiar de repente la enseñanza y los objetivos de la educación actual, pero por algo se puede empezar y si en un futuro soy capaz de motivar y crear ese gusto por la lectura a 23 alumnos de una clase, estaré satisfecha curso a curso.

Igualmente, la comprensión lectora y el concepto de “leer” en general, no solo se tiene que trabajar con los libros literarios de sus casas, sino que también hay otras formas que he aprendido en este bloque: la lectura silenciosa y la lectura en voz alta. Éstas las pude presenciar durante mi estancia en el colegio.

En las prácticas observé que la lectura no se trabaja correctamente según lo que he aprendido. Lo ideal sería que cuando vayamos a introducir un tema, leyendo en voz alta, les avisemos con anterioridad. Los alumnos deben leer antes e individualmente lo que van a leer en voz alta para así lograr realizar una lectura expresiva y correcta. Sin embargo, si nuestro objetivo es que comprendan lo que leen, debemos proponerles una lectura silenciosa.

En el aula he visto que se trabajan ambas, pero de manera errónea. El profesor manda leer entre todos la lectura en voz alta y después en silencio para que sean capaces de hacer las actividades relacionadas con la lectura. Es cierto que yo vi que sí entendían, pues previamente escuchaban el texto a través de un audio.

Asimismo es necesario tener recursos que dinamicen la lectura, no sirve de nada tener dentro del aula una mini-biblioteca que no se mueva, ni se modernice. Es necesario que la lectura se convierta en una actividad rutinaria. Algo que a esas edades los niños se acostumbren a hacer por mera diversión.

Por ello, para terminar mi reflexión personal, creo que es de vital importancia cambiar el “chip”. Debemos proponer a los padres que inculquen a sus hijos la importancia de leer. Para ello, los alumnos deben verlo en sus casas. Deben verlo en su aula. Deben aprender a divertirse con los libros. Y por último, motivarlos a leer, creyéndonos nosotros mismos que la lectura que van a realizar es interesante de verdad.

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